La odisea del 9N

Jodidos lectores de todo el mundo, ayer fue el 9N. Después de las trifulcas dialécticas que tuve ayer, en la que se me acusó incluso de antidemócrata, no podía perder la oportunidad de comentar lo que fui percibiendo durante el transcurso del día, y lo que he percibido hoy. Ciertamente es digno de mención porque aquí parece que el único que no sabe nada soy yo, y luego resulta que todo parece indicar a lo que yo defiendo


Ayer fue 9N. Para los que no sepan que significa esta fecha en el lugar que yo vivo, se lo explico. El 9 de noviembre se realizó una consulta sobre el futuro de Catalunya, en el que se decidía si Catalunya cambiaba las relaciones con el estado central español o separarse del mismo.

La consulta no fue realizada con las garantías que te da un estado de derecho, dado que el Tribunal Constitucional de España la declaró ilegal. Así y todo la consulta se realizó con normas poco usuales, como que pudieran votar personas que no tenían la mayoría de edad, o que votarán persona que no tenían la nacionalidad. El proceso se llevo a cabo se hizo a partir de unos 40000 voluntarios, que todo se ha de decir, tuvieron el detalle de perder todo el día en las mesas electorales, recogiendo y escrutando votos. Por tanto, y pese a los esfuerzos de los voluntarios, la consulta y sus resultados eran papel mojado, a la vista de que no había un organismo que pudiera garantizar que el proceso fuera totalmente democrático. Todo ello redució lo que pasó ayer a un simple acto de movilización de personas como pudiera ser una manifestación, o algo por el estilo. Algo simbólico, sin un poder ejecutivo real, pero que sin duda se tiene que tener en cuenta.

Hasta aquí todo correcto. Nada que reprochar a los que ayer participaron en el proceso. Sin embargo, varios comentarios me sacaron de quicio. El hecho de reducir el acto de ayer a algo simbólico, lo convertía precisamente en una forma más de expresar su opinión. Eso es precisamente lo que se quería desde Madrid, que todo se redujera a una simple forma de expresión sustrayéndole el derecho de que la determinación que de allí saliera realmente incidiera en la organización territorial de España. Para mi sorpresa resulta que ayer no paré de ver tuits y comentarios que decían que lo de ayer fue una expresión de disconformidad con el gobierno porque éste no les dejaba opinar. Algo extraño puesto que a pesar de que lo llevaban haciendo desde que empezó el proceso, y sobretodo, porque ayer no hubo ningún tipo de impedimento para expresar tal opinión. En ese momento, empecé a perder el norte y no enterarme de lo que estaba pasando. Y como dije antes, empecé a pensar que el único que no sabía nada era yo. Pero al final até cabos, y llegué a la conclusión de que había personas que no sabían realmente que estaban haciendo, o que querían echarme balones para acabar en la conclusión de que yo era un antidemócrata. Lo cierto es que si se les hubiera aplicado realmente la censura, el estado central podría haber impedido ayer que se realizara el acto. A la vista está cuantas imágenes hemos visto de la policía reprimiendo a la población en eventos como manifestaciones, huelgas, etc, etc. Podrían haberlo hecho, pero no lo hicieron, por eso la teoría de la censura se caía por su propio peso.





La lógica me dio la razón. Porque, efectivamente, ayer lo que se estaba expresando es la disconformidad de una importante parte de la población catalana por no poder realizar una consulta legal o referéndum, llamemosle como queramos, que pudiera tener un poder real sobre la determinación que saliera de dichos resultados. En otras palabras, que el resultado de dicho acto democrático tuviera un efecto real sobre la organización territorial de nuestro país. Por tanto, ayer no se hizo un acto para protestar porque el gobierno no dejaba opinar, puesto que eso no se ha impedido en ningún momento. Lo que se impedió es que el acto de ayer tuviera un efecto entre la relación del estado central español con Catalunya.

La cuestión es que para expresar una opinión no hace falta seguir adelante con un referéndum metafórico. Hay otras vías. Otras maneras de movilizar a la gente ¿Por qué? Pues porque el voto sirve para algo más que expresar una opinión, y en un referéndum todavía más. El voto en un referéndum sirve para asumir una determinación que tendrá un efecto real. Por lo tanto, votar no es sólo un ejercicio de mostrar preferencia por una opción u otra, es decir, opinar. Votar es una acción que lleva implícita la asumpción de lo que se opina. Es importante tener esto en cuenta para entender lo quiero decir. No es lo mismo opinar y no asumir los actos que emanan de dicha opinión, que hacerlo con las consecuencias que contrae aplicar dichos actos. Dicho de otra forma, el acto de votar requiere la acción de opinar, pero la acción de opinar no requiere la acción de votar necesariamente. Es la diferencia entre votar y opinar, y por ende, el gobierno no aplicó la censura, sino la coacción porque redujo el voto a la opinión. Pero lo de ayer transcendía todas estas analogías.

Hoy, 10 noviembre he visto su transcendencia. Me he encontrado gente de todo tipo dando por válido dichos resultados, o cabreados porque se había dejado votar. Esto nos indica que lo que pasó ayer no fue una simple expresión de opinión, y tampoco una votación. No fue una expresión de opinión solamente porque hay gente que ha considerado válidos los resultados para que se tomen las acciones pertinentes que irradian de él, y otros, han manifestado su enfado contra el estado central por dejar que se vote, porque también entendió que esa votación podía acarrear consecuencias parecidas. No fue una votación, en el sentido de que la determinación que salió de ella no se puede asumir de facto, dada las pocas garantías democráticas que aportaba el proceso, ya que estaba al margen de la legalidad y se saltaba a la torera ciertas normas en cuanto al derecho a voto. Por tanto, se debe considerar como un acto de movilización ciudadana. Pero no un acto cualquiera, sino un acto que va un paso más allá y puede devenirse como un punto de inflexión en el conflicto.

Un punto de inflexión que obliga a todas las partes a abandonar sus posiciones inmovilistas, y que marcará en los próximos meses la determinación que tomará tanto el estado central como Catalunya ¿Se permitirá un referéndum vincultante finalmente? ¿Se hará una lista unitaria para presentarse a unas plebiscitarias? ¿Se llegará a un pacto que reforme nuestra constitución para llegar a ese paraíso idílico del federalismo? Lo veremos pronto, pero mientras tanto, que no te engañen. Votar no es lo mismo que opinar.

Saludos jodidos a todos.
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