Camí cap a Ítaca: ¿Catalunya vs España? (1)

Esta semana me he propuesto escribir tres artículos de un mismo tema que no deja de sonar en todos los medios de comunicación: "el conflicto entre Catalunya y España".  El sábado pasado, el president, Artur Mas, convocó la consulta para del 9-N que algunos creen decidirá que el futuro de Catalunya. Por otro lado, hace una semanas mi compañero de blog, SoldieRyan, escribió un artículo sobre el mismo tema. Por todo ello, emprendo esta empresa con la esperanza de que os haga reflexionar un poco sobre lo que realmente ocurre. Sobre todo a aquellos seguidores que no viven en Catalunya o España, y que no saben muy bien de que va la copla y, aun así, sueltan de vez en cuando uno de esos comentarios vacíos que pretenden herir sensibilidades. Así que sin marear más la perdiz, voy a ello.

Hace una semana SoldieRyan opinó sobre el proceso soberanista de Catalunya. No hablamos demasiado sobre el tema, pero sí que me admitió que le llegaron varios comentarios llamándole radical. Lo cierto es que me hizo bastante gracia porque otros allegados míos me expresaran la misma opinión. Yo no voy a entrar a catalogarle de radical porque suelo serlo también, y no me parece que defender tu postura sea de personas radicales. Aún así todos me argumentaban lo mismo. El artículo sólo describía los hechos, con más o menos fidelidad a la realidad según qu y que pretendía vender el conflicto como una simple cortina de humo por parte de CiU para escurrir sien lo lea para acabar catalogando el proceso como una cortina de humo. Una cortina de humo que fue perdiendo opacidad ya que el varapalo electoral que se llevaron, y que todavía se han de llevar, puede ser de proporciones estratosféricas. Partiendo de ahí, pretendió deslegitimar el proceso porque era todo artificial y sin motivos reales. Y yo me pregunto a veces ¿Cuáles no lo son? ¿Verdad?
Obviamente parte de razón llevaba. El proceso soberanista existe porque hay toda una máquinaria ideológica detrás que le ha dado forma. Pero no podemos simplificar el conflicto como  irresponsabilidad por parte de CiU, o de ERC, por excusar su mala gestión en la administración en un pseudoargumento fácil de tragar. Debemos recordar que hay dos actores en esta película y, uno no tiene menos culpa que el otro sobre lo que está aconteciendo. Hagamos memoria de como estabamos hace 4 años.

En 2010, el Tribunal Constitucional, el mismo que declaró ayer que la consulta del 9-N es ilegal, amputaba el Estatut de Autonomia que se había propuesto desde y para Catalunya. Un Estatut que dotaba a Catalunya de muchas más competencias que, intrínsecamente, conlleva una mayor capacidad de autogobierno para nuestra comunidad autónoma. Un autogobierno que no significaba la ruptura con la unidad territorial española, sino liberar al Estado Central de competencias que perfectamente se podían ejecutar desde la nuestra comunidad autonoma. Esto, para los que no lo sepan o, nunca han querido enterarse, no significaba que Catalunya quisiera escabullirse de sus obligaciones con España. Por el contrario, era una manera de que la ciudadanía catalana tuviera un contacto más cercano con las instituciones de gobierno. Esto es, entre otras cosas, uno de los objetivos principales de pedir gestionar más competencias para las comunidades, que el trato entre ciudadanía y gobierno sea más directo si cabe.

No obstante, cuando el TC empezó a recortar artículos del Estatut se cargó unos cuantos fragmentos que hirieron muchas sensibilidades en Catalunya. Aludiendo a aquella parte de la constitución que dice muy equivocadamente, refiriéndonos a la historia de España, aquello de la "la indivisible unidad de España". Acudiendo a esa parte se dedicaron, con hacha en mano, a talar cualquier fragmento del Estatut que, en su opinión contradecía esa frase. Y era contradictorio porque jurídicamente reconocía a Catalunya como una nación. Contradictorio según su interpretación, por supuesto. Supongo que reconocer esa exclusividad cultural, que no sólo existe en Catalunya, sino en muchos otros lugares del territorio español, es renunciar a la unidad de España. Por lo visto las Sardanas, los Castellers, el propio catalán, y otros tantos rasgos propios no indican, quizás, que Catalunya no es a nivel cultural lo mismo que esa España que tanto les gusta enunciar. No hay duda de que reconocerle esa identidad es acabar con la indivisibilidad del estado español ¿Por qué iban a admitir que se equivocan en ello? A lo mejor si se equivocan. A lo mejor deberían entender que España no es una grande y libre, como les gustaría a algunos, sino que son muchas Españas y, que eso, no es algo malo, al contrario, denota que pese a todas las diferencias culturales nos hemos configurado en un estado. Eso marcaría la diferencia entre la voluntad de permanecer unidos, y el permanecer unidos por la fuerza. Pero el PP no lo vio así.



El PP, partido que hoy nos gobierna, por aquella época hizo una tremenda campaña contra ese Estatut y, por supuesto, no iban a dejar que se constituyera. Debía representar a esa España indivisible, ya sabéis. Por eso lo recurrieron llevándolo al Tribunal Constitucional, dejando en manos del poder judicial algo que pertenecía al poder legislativo de nuestro estado. Y no a cualquier poder judicial, fue al Tribunal Constitucional que si tiene algo que no debe tener la Justicia es sesgo ideológico.

Naturalmente en este conflicto se desvela algo mucho más complicado de lo que mi compañero describió. No estamos hablando sólo de un espíritu nacionalista infundado que nos ha llevado a estos lodos. Este espíritu siempre se infunde y ensalza cuando se necesita movilizar a la gente. Es como el fútbol, atrae a las personas como la miel a las abejas. Y por supuesto, no se puede acusar a Catalunya de ello cuando España hace lo mismo con el patriotismo español, en el que, por cierto, la indivisibilidad de la unidad de España tal y como la comprenden ellos está representada. Pero si hablamos en su nomenclatura poco tiene que ver con lo que hay detrás. En cualquier caso, nunca he visto que ensalzar el nacionalismo sea un motivo para deslegitimar una causa. Más bien ha sido todo lo contrario. Le ha dado más fuerza a la causa. Sea artificialmente, como es la costumbre, o algo innato en ese pueblo. Pero vayamos al quid de la cuestión.
La típica disputa española ;D

El conflicto entre Catalunya y España está mal entendido desde el principio. Se da por supuesto que es un pulso entre dos ideas de nación, cuando ellos saben que no es así. Siempre se quiere entender en esos términos de tipo nacional para restarle importancia a lo verdaderamente relevante. Esto no es un pulso España y Catalunya, sino entre el poder central del estado español, y sus autonomías, lo que comporta directamente un conflicto entre el gobierno y sus ciudadanos. Lo es porque quienes gobiernan el poder central siguen creyendo que pueden usar el poder del estado, la Res Publica, como algo privado. Cómo lo usaron siempre los creadores del imaginario de la patria española (reyes católicos, borbones, etc, etc), como algo suyo. Y así utilizan hoy en día a la institución que debería representar a todos los pueblos de España a su voluntad y para sus propios intereses. Por eso, quitarle competencias al estado central es malo para los que están dentro, porque significaría tener menos capacidad para seguir contribuyendo a sus fines, porque ya no controlarían todo el territorio español. En otros palabras, el conflicto que hay detrás es entre dos maneras de gobernar un mismo territorio. La centralización del poder contra la descentralización.

Tengo una idea...! Y si ahora negociamos?"
Si nos fijamos en los recientes acontecimientos vemos que pasa lo mismo. El poder central de Madrid tiró para atrás un estatut que entre otras cosas ponía en jaque el imaginario cultural de España como nación, además de otras competencias fiscales que daban más financiación a Catalunya y que, en consecuencia, le restaban poder a este poder. El proceso soberanista es un acto de rebeldía que gana adeptos y amenaza el status quo por una razón. Porque el estado central no quiere saber nada que comporte cambiar su posición frente a la periferia. Y de momento, la amenaza ha empezado a dar sus frutos, pues Rajoy ha pasado de cerrarse en banda a cualquier negociación a empezar a extender la mano para el diálogo.

A estas alturas supongo que ya habréis entendido de lo que hablo. A lo largo de nuestra historia ese ha sido siempre el problema de nuestro estado. Ha sido un estado artificial en tanto que su unidad se construye a base de unir a las distintos reinos de España, en ocasiones por alianzas matrimoniales, en otras por la fuerza. Y este extraño anhelo, o capricho, de Castilla, porque siempre han sido los mayores perseguidores de este objetivo, le ha costado a España muchos desengaño y fracaso para constituirse. Cosa que veremos en el próximo artículo. No para legitimar el "Procés", ya que la historia, aunque a veces se utilice para ello, no legitima nada, pero sí nos ayudará a entender porque estamos como estamos.

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